viernes, 30 de agosto de 2013

LA MUERTE
Caliente esperas
la dulce hora en que la tierra
de tus huesos haga vil techo.
Tus huesos, bañándose lento
en frío fuego
te queman y te enfrían el sentimiento.
La andrajosa piel que los cubre
presto se confundirá
con frío polvo,
pero nadie habrá que la llore
ni que la saque de su cementerio.

Caliente esperas
la fría hora en que los muertos
te habrán sus almas ya eternas.
Mientras tu alma
te come por dentro
te sorbe la sangre
y te aplasta los huesos.
Mientras la realidad
te narra su cuento
te roba los sueños
y te canta los versos.

Caliente esperas
la hora en que en el áspero mármol
se grave tu nombre, la fecha y la ciudad;
el nombre que nunca tuviste
la ciudad que nunca habitaste
la fecha que siempre anhelaste.

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